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Dinero, poder y electores

Jorge Hernández

Terminó oficialmente el programa estrella de la administración de Alfredo del Mazo, el gobernador mexiquense que pasará a la historia por ser el último del PRI y porque decidió que debía apoyar más a sus rivales, el partido Morena y sus aliados, antes de arriesgarse a que la Federación de Andrés Manuel López Obrador lo investigara por corrupción.

Así, el también primo-hermano de Enrique Peña Nieto cree que se asegura un retiro tranquilo en algún lugar donde no lo alcance la 4T, que tampoco es que sea muy distinta al priismo que ha derrotado.

Del Mazo todavía dio un pago más a las más de 700 mil afiliadas al programa Salario Rosa, que en otros años se usó también como fuerza de acción electoral y movilización de votantes, como sucede en todos los programas disfrazados de ayuda social y como hace Morena desde algunos de los suyos, administrados por la Secretaría del Bienestar.

Quien entra, Delfina Gómez, no desconoce la maquinaria que el dinero mueve. Ya la echó a andar cuando fue alcaldesa de Texcoco y fue cachada por cobrar “diezmos” a los empleados de su ayuntamiento.

Eso, apenas lo visible, siempre la acompañará en su meteórica carrera política.

Delfina, gozosa por el triunfo que le da el control administrativo de más de 350 mil millones de pesos, presupuesto anual del Estado de México, ha realizado reuniones con Del Mazo con la excusa de preparar “la transición”, pero que en realidad se trata de llegar a un acuerdo en el protocolo de la ceremonia que le dará el poder a la favorita de Andrés Manuel López Obrador. Porque la revisión de cómo dejó Del Mazo a la entidad se hará, si se hace, desde los libros gubernamentales.

Ya se sabe que la primera misión de Delfina se centra en la operación de las elecciones presidenciales del 2024, donde la entidad es clave nada más por su padrón electoral, que alcanza los 12 millones de inscritos, aunque siempre vote apenas la mitad.

Dinero, poder y electores marcarán la diferencia en esos comicios, aunque la candidata opositora sea Xóchitl Gálvez.

Además, los programas sociales que se invente Delfina reforzarán esa ecuación, miserable y fascista, que el PRI comenzó a usar desde que fue fundado.

Nadie lo sabe con certeza, pero Delfina podría dar continuidad al Salario Rosa -ya ha dicho que lo hará, aunque puede cambiarle el nombre y algunos detalles operacionales- y con ello aprovechar esa cartera de clientes que el PRI trabajó para ella.

Son otros tiempos, pero son las mismas estratagemas. El negocio de los gobernantes radica en tener una base social miserable, empobrecida, que sirva para los ejercicios electorales, y asegurar la permanencia de los grupos en los cargos públicos.

Por eso, los más de 100 años de miseria en el Estado de México y la imposibilidad de resolver la inseguridad pública, el desempleo y el narcotráfico, entre otras cosas sempiternas.

Ya veremos si Delfina refuerza estas expresiones eternas e innecesarias o se atreve a dar un giro. Esperemos, aunque realmente ya sabemos la respuesta.

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