La vida de Gloria Ramos fue apagada con varias heridas de arma blanca el miércoles de la semana pasada en la comunidad de San Gaspar Tlalhuelilpan, en Metepec. En medio del patio que la vio crecer, ahora hay una mesa con su fotografía rodeada por veladoras y su comida favorita.
Los rostros hinchados de su familia muestran el impacto del insomnio y el llanto continuo por el asesinato de la joven madre de dos niños. Sus ojos reflejan la rabia, el dolor y, a veces, la incredulidad ante la tragedia que enfrentan.
«A ella le gustaban mucho las Maruchan…», cuenta Araceli, hermana de Gloria, mientras permanece cerca del altar donde realizan el novenario. Entre las flores y las velas, destacan una sopa instantánea y un plato de arroz con frijoles, junto a una rosa roja que se marchita con cada rezo. «Ella se dedicaba a sus hijos, dos pequeños de tres y cinco años. Era su mayor anhelo cuidarlos y ver por ellos. También quería estudiar para ser abogada», añadió.
El feminicidio de Gloria Ramos
El miércoles por la noche, la familia de Gloria fue informada sobre un acto de violencia. Gloria, de 24 años, fue encontrada sin vida junto a la cama que compartía con su pareja, un hombre conocido como “El Chuy”, con quien vivía desde enero en San Gaspar Tlalhuelilpan. Gloria y este hombre habían sido novios en la secundaria y se reencontraron el año pasado, decidiendo vivir juntos.
La violencia era frecuente en su relación, y sus seres queridos temían por su seguridad. Gloria vio por última vez a su familia el miércoles, cuando fue a desayunar con sus padres. Desde el hallazgo del cuerpo, su pareja, Jesús, ha huido, convirtiéndose en el principal sospechoso del feminicidio.
«Lo único que queremos es justicia. No queremos tomar la justicia en nuestras manos ni buscarlo. Esperamos que las autoridades hagan su trabajo. Gloria tiene hermanos y dejó dos hijos y a sus padres. Queremos creer que hay justicia y que lo encontrarán y detendrán», declaró Araceli.
Exigen justicia para la joven
Con la casa donde mataron a Gloria Ramos aún acordonada, su familia enfrenta un duelo cargado de rabia y temor de que no haya justicia. Permanecen en constante vigilia, demandando que las autoridades actúen pronto para capturar al responsable.
Gloria Ramos, quien aspiraba a ser abogada y se dedicaba a sus hijos pequeños, es recordada con amor y tristeza por su familia. En su memoria, siguen luchando por justicia, esperando que su caso no quede impune y que su asesino sea detenido y enfrente las consecuencias de sus actos.