Malinalco amaneció envuelto en un silencio pesado. La tristeza y la indignación se respiraban en el aire. Frente al Palacio Municipal, el pueblo entero se reunió para despedir a Giovanni López Morales, Álvaro Jesús Trujillo Vásquez y Gerardo Pacheco Cruz, los tres policías asesinados en una emboscada.
Los ataúdes de dos de las víctimas, cubiertos con la bandera de México, fueron colocados en el centro del recinto. El sonido de la marcha fúnebre se mezclaba con sollozos ahogados.
Compañeros de la corporación se llevaron las manos al rostro, tratando de contener las lágrimas que se les escapaban sin remedio. La tristeza se convirtió en rabia, y la incertidumbre flotaba en cada rincón.
Laura Pacheco, hermana de Gerardo, se acercó a despedirse. Con la voz quebrada recordó que su hermano era un hombre de familia, un ser noble que jamás abandonó a los suyos.
“El amor a la familia es lo que nos mantiene de pie”, dijo entre suspiros.
Un adiós con sirenas y exigencias
El cortejo fúnebre avanzó lentamente por las calles empedradas de Malinalco. Patrullas con las torretas encendidas marcaron el paso, mientras la comunidad acompañaba el recorrido y exigían justicia.
“El pueblo los despide como héroes”, murmuró una mujer al ver los féretros pasar.
El último destino fue Tenancingo, su tierra natal. Allí, entre oraciones y un cielo gris, los oficiales fueron sepultados.
El ataque que sacudió a Malinalco
La noche del 28 de enero, sobre la carretera Malinalco-Chalma, un comando armado sorprendió a los tres policías municipales que realizaban recorridos de vigilancia. No tuvieron oportunidad de responder.
Las autoridades estatales informaron sobre un operativo con más de 200 elementos de seguridad, pero en Malinalco nadie ha visto su presencia. La comunidad se siente desprotegida, y los mismos policías municipales confiesan su temor.
“No hubo advertencias, nadie nos amenazó antes… y ahora nos toca seguir con miedo”, dijo uno de ellos, con la voz baja.
El llamado a la justicia
En el homenaje, la alcaldesa aseguró que el municipio está comprometido con las familias de los oficiales caídos y que el color blanco de la ceremonia simbolizaba la paz que Malinalco anhela.
La ceremonia concluyó con el pase de lista. Las voces firmes que respondieron “¡Presente!” resonaron en el recinto, mientras las campanas de la iglesia repicaban con fuerza.
El temor de que la inseguridad aleje a los turistas crece con cada día que pasa. Si las visitas disminuyen, la economía local sufrirá un golpe del que podría tardar en recuperarse.