Las calles de Santiago Tlaxomulco, en Toluca, se transformaron la noche del Jueves Santo en un escenario colectivo donde la devoción y el arte popular se entrelazaron.
Organizado por el grupo Concilió La Alegría de Cristo Santiago Tlaxomulco, este año se revivieron tres de los pasajes más intensos del Evangelio: la Última Cena, el lavatorio de pies y la entrega de Jesús a los fariseos.

Un altar vivo bajo el cielo de Tlaxomulco
La representación comenzó con la Última Cena. Bajo una gran carpa blanca, una mesa alargada acogió a Jesús y sus discípulos, quienes compartieron pan y vino entre gestos solemnes.
Con un micrófono en mano, el actor que encarnó a Jesús pronunció palabras de despedida mientras el público observaba en completo silencio, reconociéndose en cada gesto.
A un costado, uno a uno, los apóstoles se sentaron para que Jesús lavara sus pies. La escena, íntima y poderosa, se representó con humildad: agua en jarras de barro, toallas blancas, rostros conmovidos.
El lavatorio de pies, en medio del ajetreo y las luces de la calle, recordó el mandato de servir, incluso en los momentos más oscuros.
El simbolismo del fuego y la noche
Tras la cena, el ambiente cambió. Portando antorchas, soldados romanos irrumpieron para cumplir el destino ya escrito.
Judas se separó del grupo, marcando el inicio de la entrega. Las calles se llenaron de tensión: entre sombras, luces naranjas y humo, Jesús fue aprehendido.
El público siguió en procesión la escena de la captura, que culminó entre gritos y dramatismo. En un corral improvisado con madera, rodeado de ramas secas y sangre simulada, el personaje de Jesús fue vigilado por soldados, uno de ellos portando una bandera roja con el nombre “Roma” pintado a mano.
Jueves Santo: más que una tradición
Las festividades de Jueves Santo en Santiago Tlaxomulco no solo son una representación religiosa, sino también un ejercicio comunitario.
Familias enteras participan en la logística, la confección del vestuario y la interpretación. Los jóvenes se entrenan desde semanas antes, los mayores transmiten el conocimiento, y los niños observan con asombro.
La noche cerró con una escena de tormento: Jesús tirado en el suelo, arrastrado por la cuerda, azotado por soldados. Pero incluso entonces, en medio del dolor simulado, la comunidad se mantuvo unida en torno al fuego y al relato que, año con año, les recuerda que la fe también se vive en colectivo.
Así, con cada paso sobre el asfalto y cada palabra pronunciada con entrega, Santiago Tlaxomulco mantuvo viva una de sus expresiones más sentidas: el Jueves Santo, como acto de memoria, de entrega y de amor compartido.