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Papa Francisco y el Opus Dei: el pontífice que incomodó al poder conservador

Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano, no fue un revolucionario, pero sí un reformista incómodo. Desde su elección en 2013, el Papa Francisco empujó transformaciones internas que pusieron freno a algunas de las estructuras más poderosas dentro de la Iglesia.

Una de ellas fue el Opus Dei, organización con fuerte presencia en América Latina, influencia económica y vínculos directos con la ultraderecha regional.

Papa Francisco y el Opus Dei: el pontífice que incomodó al poder conservador

En julio de 2022, Francisco firmó el motu proprio Ad charisma tuendum, que redujo el estatus jerárquico del Opus Dei. A partir de entonces, su prelado dejó de depender directamente del Papa para pasar al Dicasterio para el Clero, y perdió automáticamente el rango episcopal.

Fue una señal clara: los privilegios institucionales de esta prelatura personal —reconocida por Juan Pablo II en 1982— se acotaban en nombre de una Iglesia más austera y controlada.

¿Qué es el Opus Dei y qué papel juega en América Latina?

Fundado en 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer, el Opus Dei promueve la santidad a través del trabajo cotidiano. Sin embargo, su influencia ha trascendido lo espiritual.

En México y varios países de América Latina, mantiene redes en medios de comunicación, universidades privadas, gabinetes de gobierno y organizaciones empresariales.

La Universidad Panamericana y el IPADE son solo dos ejemplos de su poder en territorio mexicano.

Vinculado históricamente a posturas conservadoras, ha sido un actor activo en debates sobre aborto, matrimonio igualitario, educación sexual, objeción de conciencia médica y financiamiento de escuelas confesionales.

Papa Francisco y el Opus Dei: el pontífice que incomodó al poder conservador

Diversos informes, como los del Observatorio Nacional del Laicismo, han documentado cómo estas posiciones han alimentado alianzas con partidos de extrema derecha en Perú, Brasil, Argentina y México.

Tolerancia cero frente al abuso

La relación del Papa Francisco con el Opus Dei no se limitó a una reestructura institucional. También enfrentó sus omisiones y silencios.

En marzo de 2025, el Vaticano ordenó la expulsión definitiva de José María Martínez Sanz, exprofesor del colegio Gaztelueta, condenado por abuso sexual a un menor.

Unos meses antes, se ratificaron sanciones contra el cardenal peruano Juan Luis Cipriani, figura clave del Opus y denunciado por encubrimiento sistemático.

Papa Francisco y el Opus Dei: el pontífice que incomodó al poder conservador

Estas acciones se enmarcan en la política de “tolerancia cero” contra los abusos sexuales que Francisco impulsó con más decisión que sus antecesores.

En 2019, reorganizó la Comisión Pontificia para la Protección de Menores y abrió un canal directo para denuncias.

También exigió a obispos y cardenales actuar con transparencia, incluso si eso implicaba sancionar a miembros de alto rango o de prelaturas poderosas.

Un gesto hacia las disidencias

Si algo incomodó aún más a los sectores ultraconservadores, fue la postura del Papa Francisco hacia la comunidad LGBT+. Aunque se mantuvo dentro de la doctrina tradicional —rechazando el matrimonio igualitario y los cambios de fondo en el catecismo—, abrió espacio a una pastoral más inclusiva.

En 2023, autorizó que las parejas del mismo sexo pudieran recibir bendiciones en ceremonias no litúrgicas.

Dios no rechaza a ninguno de sus hijos”, afirmó en varias ocasiones. Recibió a personas trans en el Vaticano, llamó al respeto en las homilías y condenó leyes de criminalización de la homosexualidad en países africanos y de Medio Oriente.

Estas señales bastaron para que sectores del Opus Dei y grupos afines reaccionaran con dureza, acusándolo de ambigüedad o “relativismo moral”.

Sin embargo, para muchas personas católicas LGBT+, sus palabras fueron el primer gesto de humanidad que habían escuchado desde el altar.

Legado sin vuelta atrás

Francisco no disolvió estructuras como el Opus Dei ni rompió con el dogma, pero sí desactivó privilegios, amplió márgenes y abrió grietas.

Su muerte deja una Iglesia menos jerárquica, más vigilante de los abusos y con mayor conciencia sobre la necesidad de diálogo con sectores históricamente excluidos.

El pontífice argentino incomodó a quienes siempre estuvieron cómodos. Y eso, en una institución como la Iglesia Católica, ya es una transformación.

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