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Día Internacional de la Madre Tierra: Gorriones Rojos y su lucha para que el bosque aún respire

En la Sierrita de Toluca, los árboles no son cifras ni paisaje: son una esperanza viva. En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra, diez personas —entre ellas una mujer mayor llamada Joaquina Hortencia, niños, voluntarios y un par de garrafones de agua— treparon los cerros a pie para hidratar los árboles que han sembrado con sus propias manos. Nadie les paga, nadie los manda. Lo hacen porque creen que los cerros pueden volver a ser verdes.

Son los Gorriones Rojos, un colectivo sin fines de lucro que desde hace dos años sube cada quince días a reforestar, deshierbar, cavar cajetes y cuidar lo que aún queda de bosque.

Madre Tierra: Gorriones Rojos defienden La Sierrita de Toluca
Los Gorriones Rojos nacieron hace dos años para cuidar de la Sierrita de Toluca.

Nacieron por urgencia: cuando los cerros ardían y nadie llegaba, entendieron que no podían seguir esperando.

“¿Y tú qué estás haciendo por tu cerro?”, se preguntaron. Desde entonces, suben con picos, asadones y fe.

El trabajo que nadie ve

La jornada comenzó tarde. Esperaban más manos. No llegaron. En silencio, colocaron sus palmas sobre la tierra para pedir permiso. Cavaron semilunas para retener la lluvia. Vertieron agua despacio, con cuidado, junto a las raíces de capulines, cedros y teposanes.

“El árbol también tiene que trabajar —explicó Víctor Apolonio, fundador del colectivo—. Nosotros le ayudamos, pero él debe desarrollar raíces, buscar agua”.

Cada árbol tiene nombre. Cada tramo sembrado guarda memoria. Algunas especies no sobrevivieron por falta de agua o por manos que arrancan lo que otros cuidan. Pero muchas siguen ahí, creciendo sin ruido. Y eso basta.

Madre Tierra: Gorriones Rojos defienden La Sierrita de Toluca

Una Madre Tierra bajo amenaza

Este Día Internacional de la Madre Tierra, los Gorriones no lanzarán comunicados. Harán lo mismo de siempre: subirán. En la zona oriente de Toluca, los cerros del Tenamato, Atcaltunco, Chipipicas y La Teresona no solo enfrentan olvido. También sufren incendios provocados, pastoreo, urbanización ilegal y abandono institucional.

“El bosque no solo se quema —dijo Apolonio—, también lo matan cuando lo talan para que no estorbe al ganado, cuando construyen en lo quemado o cuando los árboles se dejan morir”.

Y lo más grave: no siempre hay quien regrese a ver qué sobrevivió.

Cuidar la Madre Tierra es regresar

Este colectivo ha entendido que reforestar no es sembrar. Es acompañar. Volver. Y enseñar a otros a hacerlo. Por eso organizan caminatas, conciertos de música meditativa, carreras comunitarias. Porque quien sube un cerro a sembrar un árbol tal vez no regrese. Pero quien ríe bajo un árbol tal vez sí lo cuide.

Los Gorriones Rojos cumplirán dos años el 22 de abril. Ese mismo día, realizarán un concierto a las faldas del Nevado de Toluca y recogerán basura. No como acto simbólico, sino como forma de existencia.

Madre Tierra: Gorriones Rojos defienden La Sierrita de Toluca

Que nadie nos robe el bosque

Joaquina Hortencia, con más de sesenta años, sube sin quejarse. Alguien le ofrece ayuda para cargar agua y ella responde con una sonrisa: “yo puedo”.

Mientras tanto, un niño cava con el dedo junto a un árbol pequeño. No sabe si crecerá. Pero cava igual.

En una ciudad que ve a los cerros como espacio para urbanizar, ellos los ven como casa. En un mundo que romantiza el bosque mientras lo tala, ellos lo cuidan sin aplausos. Y aunque no lo digan, su mensaje es claro: sin Madre Tierra, no hay futuro.

Madre Tierra: Gorriones Rojos defienden La Sierrita de Toluca
Urbanización de la Sierrita de Toluca.

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