Jorge Hernández
Mientras 26 por ciento de los mexiquenses cree que Delfina Gómez resolverá una buena parte de los problemas más apremiantes de la entidad, el resto critica o calla.
De aquí a septiembre la virtual gobernadora del Edomex deberá definir el gabinete que la acompañará en los primeros meses. En realidad ya lo tiene decidido y falta que lo haga público.
Para empezar, Higinio Martínez, el líder y dueño del Grupo de Acción Política, sería el secretario de Gobierno. Horacio Duarte, el encargado de Movilidad o de la Fiscalía. Óscar González, el inefable líder del Partido del Trabajo, claro secretario de lo mismo y José Couttolenc, el inverosímil jefe del Partido Verde, secretario del Medio Ambiente.
Gómez ha dicho que la mitad del gabinete sería compuesto para mujeres, las cuales deberían salir de las diputadas y alcaldesas de Morena en el Estado de México.
Las jefaturas intermedias serán entregadas a los equipos de los vencedores, pero la labor burocrática estará a cargo de los sindicalizados, que hasta hoy pertenecen, a fuerza o por voluntad, al PRI mexiquense, que desde las 10:00 de la noche del 4 de junio se conoce como “el adversario”, junto con panistas, perredistas, aliancistas y todos los que estén en contra o critiquen al nuevo gobierno, un espejo tan opaco como el del gobierno federal.
Delfina, por otra parte, no toma las decisiones sin que intervengan Duarte, Martínez y Andrés Manuel López Obrador. Pero hasta en eso nos engañan.
Los políticos de todos los partidos, una vez terminado el día, dejan de ser enemigos. En realidad nunca lo han sido. Panistas, priistas, morenistas y otros son los grandes amigos. Sus familiares se casan sin mayores prejuicios, ponen negocios en alianza, se invitan a bodas y fiestas, salen de vacaciones a destinos dentro y fuera del país, constituyen empresas, se otorgan contratos públicos y privados y desarrollan cualquier actividad que refuerza los invisibles lazos que los unen y comprometen sin que el público inocente se dé cuenta.
En lo público se atacan, se abren demandas, se insultan, se ponen el pie, se escupen, se señalan y amenazan. Ahora, para este sexenio que viene, se esperan investigaciones contra todos los funcionarios de alto rango que de acuerdo con lo que ha dicho Delfina Gómez, contribuyeron a los 100 años de oscurantismo y corrupción en el Edomex.
No habría cárceles para todos ni procesos judiciales o administrativos suficientes. Es muy probable que no haya nada de esto, o apenas uno o dos contra figuras de primer nivel –no el gobernador Alfredo del Mazo ni los familiares cercanos de Enrique Peña Nieto, claro está– a las que se les acusará e investigará en juicios muy similares a los de Rosario Robles, por ejemplo.
Por ahora, la virtual gobernadora dice preparar la fusión del Instituto de Salud del Estado de México con el IMSS y con el sistema del Bienestar, aunque no se ha pronunciado en serio acerca de cómo va a resolver esos problemas estructurales de los que hablamos al principio, y que están muy identificados porque casa sexenio resultan ser los mismos: la inseguridad, la pobreza y los servicios públicos como el agua, la luz y la propia educación.
En el tema de la inseguridad, nadie sabe cómo es que aumentando la plantilla de policías se puede combatir a ladrones, secuestradores y narcos, entre decenas de perfiles. El del narco es algo que definitivamente le pasará factura a Delfina Gómez, que bien sabe la situación que priva en el Estado de México porque ella encabezaba las reuniones de seguridad estatales, y ahí se enteraba de los detalles.
El sur de la entidad, pero también los valles de México y Toluca tiene una presencia importante de los cárteles del narco. De acuerdo con datos de la propia Fiscalía, un tercio de los 125 municipios alberga a por lo menos un cártel en operaciones.
Los dos más importantes son el de la Familia Michoacana, enraizado muy profundamente en el actual gobierno mexiquense, en la Fiscalía y en las estructuras municipales desde hace años. Y el otro, el muy novedoso Cártel de Jalisco Nueva Generación, que pelea plazas y hace alianzas con los michoacanos para fortalecerse.
Es un hecho que políticos y empresarios mexiquenses y de otros lados hacen negocios con los narcos en esta región, amenazados o convencidos por las buenas. Esa estructura, la de la maña, la de la Delincuencia Organizada Trasnacional, será la primera cabeza de la hidra que se le aparezca a Delfina Gómez, que podrá cortarla si apresa a los líderes visibles de lo cárteles, pero no evitará que otra fauce ocupe ese lugar.
El futuro mexiquense siempre ha sido sombrío y esta vez no es la excepción.