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Las campañas permanentes

Jorge Hernández

Después de la borrachera de las elecciones, nuevamente el Estado de México se asienta en su realidad, aunque si a comparaciones etílicas vamos, la ebriedad se instaló en el lado de los ganadores, porque la mitad del padrón electoral mexiquense no votó, lo cual no solamente quiere decir que no le interesan esos comicios.

En fin. La virtual gobernadora morenista, Delfina Gómez, se sienta ya a platicar con quienes colaborarán para “la transformación” que vendrá. Sin embargo, lo que vendrá no será la transformación del Edomex, o sí, pero en uno de los dos cuarteles generales de la 4T para ganar las elecciones presidenciales del 2024.

Para dentro de un año, más o menos, el caso de Ayotzinapa se habrá cerrado, y se elegirá una fecha que influya en el ánimo tan decaído de los electores, que asisten efectivamente a una transformación, pero del PRI, del PAN y del PRD, en la cáscara que se forma de Morena desde hace siete años.

Otros temas cobrarán cierta fuerza: la demanda contra Enrique Peña, la Estafa Maestra, los reclamos judiciales contra Genaro García Luna, el dizque combate a los narcos -aquí es muy probable que se capture a los hermanos Hurtado Olascoaga, azotes de la Familia Michoacana en el sur mexiquense-, la producción refinera de Dos Bocas, el término del tren Toluca-México, la inauguración del criminal Tren maya, el incremento de los montos a las ayudas de programas sociales federales y por supuesto, la sonrisa de quien gane las internas de Morena.

La participación del Edomex, de su aparato burocrático, será decisiva porque cuenta con un presupuesto anual que rebasa los 350 mil millones de pesos, superior a los presupuestos de egresos de algunas pequeñas naciones de Centroamérica.

Y Morena, como lo hubiera hecho el PRI, no dudará en ponerlo al servicio del gran elector en el que se ha convertido el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cobijado por militares y empresarios al estilo del más rancio gobierno neoliberal que uno elija.

Bien. Morena es un partido diseñado para ganar elecciones porque esa es su función natural y porque ha copiado o replicado los mismos esquemas del priismo desde Luis Echeverría para conseguirlo. Pero una cosa es Morena y otra la Cuarta Transformación, que en esencia es el gobierno federal.

AMLO se dio cuenta hace tres sexenios lo importante que resulta mantenerse siempre, perennemente, en campaña política, aun sin haber elecciones. Así la táctica de las Mañaneras lo ha colocado como el eterno candidato, pero esta vez con poder, que resuelve los problemas de un país de 126 millones de habitantes.

Aunque la Mañanera no sea vista por la inmensa mayoría de los mexicanos, en el imaginario parece que sí, que el país está todo el tiempo atento. Pero ese efecto basta y sobra para que la maquinaria del poder federal y el dinero público hagan su parte, lo cual implica la mención de ese programa en prácticamente todos los medios de comunicación, chicos o grandes.

Lo importante, razona el poder, es que se hable del líder, aunque sea para mal. Así, ningún proceso electoral tomará desprevenido al presidente ni a su partido, esta vez llamado Morena.

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