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Lavaderos, una tradición en peligro de extinción

Desde hace más de 70 años, los lavaderos de San Bartolomé Tlalteluco, comunidad perteneciente al municipio de Metepec, Estado de México, se han convertido en, no sólo una actividad tradicional sino es una respuesta para la escasez de agua en los hogares.

A las 09:00 de la mañana, Isela Romero Aguilar llega con sus carretilla llena a lavar su ropa sucia, lo hace al menos dos veces por semana desde hace 50 años.

“En la casa no tenemos agua en el día, llega a las 11:00 de la noche y a esa hora no me voy a poner a lavar, ahora sí, más que nada, la necesidad nos obliga a venir hacia acá a lavar, a lavar nuestra ropa”, comenta mientras talla a mano las prendas que previamente separó por color.

Isela llega temprano y se va alrededor del medio día, lo hace con la misma carretilla llena de ropa mojada, por lo que hace escalas pues es más pesado el regreso a su hogar.

Más que una costumbre sostenida en la tradición, la falta de agua en los hogares en Tlaltelulco reúne a las jefas de familia.

Entonces lo toman como una válvula de escape para la rutina en los hogares, al menos dos veces a la semana.

VIDEO: 

 

A un lado de Isela, se pone Alejandra, quien sabe poco de cuándo se colocaron los lavaderos en torno a la pequeña presa, pero que la recuerda desde infante.

“Mi abuelita murió de 110 años años y decía que ella venía a lavar a las presas, dice que se alumbraban con velas porque pues se venía muy noche, se alumbraban con velitas. Decía que hasta se hacía la ropa piedra por las heladas por el hielo, ellas se venían así a lavar porque antes no había agua en el pueblo”.

La falta de agua potable en esta localidad del municipio de Metepec, el acto de aferrarse a las costumbres y la consciencia de crear comunidad, hacen que el lavadero de Tlaltelulco se convierta en único en su clase pese a la falta de atención por parte de las autoridades municipales.

Llegar con la ropa en carretilla, aventarla hacia un muro a veces grafiteado con tizna, escuchar música y desconectarse del ajetreo del hogar, mantiene como una actividad familiar el simple hecho de lavar ropa y trastes.

“Vengo porque mi esposa está hospitalizada y a mí me toca lavar la ropa, por lo regular ella lo hace, pero si puedo, me hecho la mano. Sí la mayoría son mujeres pero también nosotros sabemos lavar a mano y lo venimos a hacer cuando se puede”, reconoció Vicente Enríquez.

El servicio del agua aquí es gratuito, al menos en la presa, donde todo converge, las pláticas, el deber y la necesidad, por lo que sólo piden al ayuntamiento que les ayude con el mantenimiento del lugar y que el agua siga fluyendo de manera gratuita para compensar el desabasto en los hogares de Tlaltelulco.

Esta es la única presa con lavaderos que sobrevive en Metepec y son las usuarias quienes le dan mantenimiento., la cuidan porque es parte de su rutina y de sus infancias, además de una solución a sus deberes.

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