Mientras Marcos se levanta y busca por su casa las cosas que necesita para enfrentar el día, todo a tientas pues es invidente, María Inés se baña y se prepara para estar de pie alrededor de cinco horas, busca unos zapatos cómodos y de peona frente al espejo. Ambos aprovechan la mañana para ganarse unos pesos, uno pidiendo limosna y la otra como empacadora.
Ambos son adultos mayores en el Edomex, donde, pese a que 1.2 millones de sus congéneres cobran la pensión del Bienestar, es insuficiente para lleguen a la línea en la que podrían decir que tienen calidad de vida.
A siete kilómetros uno del otro, sin que sus vidas se hayan cruzado alguna vez, comparten una definición: son adultos mayores que viven una vejez lejos de ser digna.
Abandono, enfermedades y precariedad, son algunos de los factores más constantes para este sector etario en México y la entidad mexiquense no escapa a esa realidad.
María Inés trabaja para sobrevivir
Con un mandil azul, María Inés acomoda los productos que los clientes de un mini supermercado compran. Algunos le dirigen la mirada y le dan una moneda; otros simplemente la ignoran.
“Hay que salir a sobrevivir”, se repite todos los días frente al espejo mientras se peina. Su esposo tiene una pensión, pero es insuficiente para que puedan despreocuparse por el gasto corriente.
Tiene 70 años y trabaja como empacadora todos los días durante 5 horas; el dinero lo usa para completar su gasto.
En el Edomex uno de cada 10 habitantes son adultos mayores, apenas 1.2 millones reciben la pensión del Bienestar del gobierno federal, se les depositan 2 mil 400 pesos, apenas lo suficiente para la canasta básica y un par de gastos más.
Es decir, de los 1.9 millones de adultos mayores en Edomex, 700 mil están desprotegidos.
“Nos dan las propinas de lo que nosotros empacamos, si quieren porque algunos no nos aceptan el apoyo. A veces saco 80 pesos al día, otros 100, creo que 100 es lo más que he sacado”.
Marcos, la lucha contra ser invisible
Su ropa no combina con los estándares de calidad de vida. Tampoco su personalidad. Con una radio -que le regalaron- en la mano y una chamarra bien puesta aunque haga calor, Marcos sale de su casa en la calle Francisco de Olaguibel, en la colonia Salvador Sánchez Colín de Toluca.
Llega a la esquina con Joaquín Fernández, coloca su banco plegable y una pizarra en la que se lee que es invidente y pide cooperación, y espera a que caigan unas monedas.
Quienes no reciben pensión y padecen de alguna enfermedad o discapacidad, como Marcos, viven de la caridad, ya sea de un familiar o de desconocidos.
“De renta pago yo mil 500, mil 500 y los gastos, la gente me apoya también luego a veces con algo, me traen algo, por decir así, lo que es para mí, atunes, sardinas, lo que es abrefácil, lechitas de a cuarto de esas que hay chiquititas y se me facilita más, luego me traen algo, algún guisado algo así, una torta, una tamal, un atole, eso gracias a Dios no me han dejado”.
De acuerdo con las cifras reveladas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de los 29.5 millones de adultos mayores que hay en el país, 42.7% actualmente trabaja y consideran su salud regular.
Precariedad emocional y económica, la gran deuda con la vejez
Al respecto Jaciel Montoya Arce coordinador del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población (CIEAP), de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), consideró que la precariedad económica y emocional de los adultos mayores es una de las deudas más profundas del Estado.
“El porcentaje que tiene pensión es alrededor de 22-25% a nivel nacional, ¿qué monto tienen de pensión? Es mínima ¿por qué? Por su historia laboral, ¿cuál fue su aportación? ¿cuáles eran su salarios en su vida laboral? Porque de ahí viene el gran promedio y ahí se determina y el monto de jubilación y es mínima”.
Para el coordinador del CIEAP, quien debe asumir la responsabilidad es el Estado por los desfalcos a las instituciones de seguridad social tanto estatales como federales y por permitir que las pensiones quedaran en manos de los bancos.
“La deuda es muy grande, la deuda social del estado, va acompañada también de la deuda familiar. ¿Cuántos y cuántos familiares no abandonan al adulto mayor y no le dan los cuidados que requiere la situación propia de su edad?”
Depresión, precariedad y abandono son adjetivos que describen la situación en general de los adultos mayores, quienes enfrentan al deterioro de su cuerpo en la recta final de la vida por lo que piden condiciones dignas para su vejez.
Marcos y María Inés son apenas dos ejemplos de quienes tiene más de 60 años de un universo de 700 mil mexiquenses de adultos mayores que no cuentan con una pensión pese a los años trabajados y tampoco con una por la edad, como lo dicta el gobierno federal.