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Obesidad infantil: sin educación en casa, la escuela no basta

Aunque la venta de comida chatarra en las escuelas mexicanas está prohibida desde marzo, especialistas advierten que la obesidad infantil no disminuirá si las familias no se involucran.

Para Roxana Valdés Ramos, profesora e investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), las prohibiciones sin educación son ineficaces frente a un entorno que sigue alimentando mitos como “el niño gordito es sano”.

Obesidad infantil: sin educación en casa, la escuela no basta

Obesidad infantil requiere compromiso escolar y familiar

México ocupa el quinto lugar mundial en obesidad infantil y juvenil, con una prevalencia que supera 35% en menores de entre 5 y 11 años, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2022.

Esta condición, lejos de ser signo de buena salud, aumenta el riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y afectaciones emocionales desde edades tempranas.

Frente a este panorama, la Secretaría de Educación Pública implementó el programa Mi escuela saludable, que prohíbe la venta de productos ultraprocesados, bebidas azucaradas y alimentos altos en grasas y sodio en los planteles escolares. No obstante, Valdés Ramos advirtió que “prohibir es una mala idea si no hay un componente educativo”.

Obesidad infantil: sin educación en casa, la escuela no basta

“Quitar los alimentos ultraprocesados sin explicar por qué o sin enseñar a preparar mejores opciones no resolverá el problema del sobrepeso y la obesidad en nuestro país”, declaró en entrevista.

Los hábitos alimenticios no nacen en la cooperativa

Para lograr un cambio real, la académica de la UAEMéx subrayó que es indispensable intervenir todos los entornos en los que se forman niñas y niños. Eso incluye capacitar al personal escolar, sensibilizar a docentes y, sobre todo, educar a las familias.

“Se trata de educar en conjunto a infancias, madres, padres, cuidadores y personal educativo. Todos deben participar para garantizar una alimentación sana y sostenible”, sostuvo.

Obesidad infantil: sin educación en casa, la escuela no basta
La Encuesta Nacional de Salud Escolar 2018 reveló que solo el 15% del alumnado en primaria consume frutas diariamente, mientras que 8 de cada 10 estudiantes llevan productos ultraprocesados como parte de su lonchera.

Estos hábitos, que suelen replicarse en casa, no se transforman con una medida administrativa, sino con un cambio cultural.

Dejar de romantizar la obesidad en la infancia

En México todavía persiste la idea de que “los niños sanos son los que comen mucho y están gorditos”, cuando la ciencia ha demostrado lo contrario.

La obesidad infantil puede generar resistencia a la insulina desde los 10 años, afectar el desarrollo óseo, interferir con la pubertad y provocar bullying escolar, depresión y baja autoestima.

Además, una persona que padece obesidad durante la infancia tiene más de 80% de probabilidad de seguir con sobrepeso en la adultez, según la Organización Mundial de la Salud.

Por eso, Valdés Ramos propuso reforzar campañas de educación alimentaria, impulsar la cocina comunitaria con ingredientes accesibles y acercar a las escuelas a profesionales de la nutrición.

“Uno de los mayores retos es que los alimentos ultraprocesados suelen ser más baratos y rápidos de preparar que una comida completa y equilibrada, por eso hay tanta resistencia al cambio. Es necesario ofrecer alternativas viables y comprensibles”, concluyó.

Obesidad infantil: no se resuelve solo en los salones

Sin el compromiso de los hogares, ninguna escuela puede modificar la cultura alimentaria de fondo. La prohibición en cooperativas es apenas un primer paso. Pero si niñas y niños regresan a casas donde el desayuno es un pan dulce con bebida azucarada, la política educativa pierde efecto, alertó la especialista.

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