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Rifles patrios, tradición en Santa Ana Jilotzingo

Desde hace nueve meses, la familia Melchor Francisco se ha preparado para estas fiestas patrias. Con paciencia y cuidado, seleccionan la madera a la que habrán de darle forma y comienza el ajetreo para crear los rifles patrios en su taller ubicado en la comunidad de Santa Ana Jilotzingo, en el municipio de Otzolotepec.

En sus venas corren acerrín y virutas, combinadas con pasión por México. Al menos así es para Humberto, uno de los creadores de estos rifles.

“Nacen básicamente de la necesidad de llevar un sustento a la casa y más que nada, hacer productos de calidad. Hace 20 años iniciamos no con rifles, iniciamos con otras cosas que son de madera, la gente nos pidió el rifle y de ahí nace la inquietud de hacer el rifle cada que es septiembre y 20 de noviembre”.

 

En el taller de la familia, mejor conocido como Creaciones Doña Guille, nombrado así en memoria de la madre de Humberto, una vez que empieza agosto, las mesas de trabajo se convierten en un campo de batalla en el que el enemigo principal es el tiempo.

“Hacemos un aproximado de 30 mil rifles ahorita en septiembre, en noviembre se hace una cantidad similar, somos dos talleres que ya en conjunto sí hacemos fácil unos 100 mil rifles”.

 

Artesanías familiares

Mientras uno cortan, otros barnizan y otros más ensamblan. No hay manos libres en este taller en el que los pedidos de distintos puntos de la República Mexicana, es especial de la Ciudad de México, llegan en las vísperas de las fiestas patrias.

Para Marcela Francisco Montaño, esposa de Humberto, el lograr la producción a grandes escalas no ha sido sencillo, sino un camino de prueba y error que los ha llevado a exportar incluso a otros países.

“Un día decidimos abrirnos, abrir puertas y expandirnos por todos lados, llegan a todo México, a todo el Edomex, a la República, a Estados Unidos, ya están por todos lados”.

 

Su incursión fue en el Centro Histórico de la CDMX y desde que se animó, la demanda de sus famosos rifles patrios ha aumentado, a excepción de los años de la pandemia.

Pero más que un sustento al que se le da forma con paciencia, al que se le barniza a la luz del sol y se le decora para mantener la calidad, los rifles patrios son una expresión de mexicanidad.

“Para mi, son amor, arte, darle de comer a familias que tengo, que tenemos trabajando, es para mí un orgullo ser mexicano y representarlo con ello, aunque sea venta, pero representar que eres mexicano”.

Marcela no cambia el sentir tampoco, pues cada que un rifle suena, el corazón se le acelera a sabiendas que las manos artesanas de Santa Ana Jilotzingo los han creado para el mundo.

“Más que nada es el amor al arte, el amor al trabajo, créeme que si nos apoyamos mutuamente como familia, podemos dar trabajo a muchas personas”.

 

Arte patrio, una forma de vida

En Santa Ana Jilotzingo las fiestas patrias se convierten en sustento para cientos de familias, en especial tras la pandémica de covid-19 que dejó a decenas de talleres al borde de la quiebra.

En esta comunidad la confección de banderas y decoraciones patrias se lleva a cabo en 120 talleres familiares por lo que se estima que 80 por ciento de los habitantes se dedican a la elaboración de este tipo de artesanías, mismas que tienen su máximo punto de venta durante las conmemoraciones del Inicio de la Guerra de Independencia y de la Revolución Mexicana.

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