En la antigua zona arqueológica de Calixtlahuaca, al norte de Toluca, cientos de personas se congregaron para celebrar el equinoccio de primavera y conectar con la energía ancestral que renueva cada ciclo de la naturaleza.
Bajo la guía del sumo sacerdote, se llevó a cabo una ceremonia en náhuatl en la que se pidió a la Madre Tierra que perdone al hombre por sus abusos y continúe proporcionando lo necesario para la vida. Copal, incienso, ocote y tabaco fueron parte del tributo a la naturaleza, avivando el Fuego Nuevo que simboliza el inicio de este nuevo ciclo.
Entre los presentes, se percibía un profundo respeto y una búsqueda interior de paz y armonía. «Vengo cada año», comentó Irma, una asistente local, «a veces se nos olvida que en la ciudad también contamos con raíces, cultura, con sitios en los que nos podemos cargar de energía buena, de la que nos impulsa hacia adelante».
Conexión espiritual con el equinoccio de primavera
El Fuego Nuevo fue avivado con 52 varas de ocote, cada una representando un año del nuevo ciclo, simbolizando el papel vital del fuego como proveedor de alimento y calor en el hogar. Tras el cierre de la ceremonia en náhuatl, los danzantes tomaron el escenario, atrayendo a más personas que deseaban participar en esta celebración ancestral.
Entre los presentes había personas de diferentes grupos étnicos, cada uno con la misma intención: pedir que la primavera brinde renovación y abundancia. La sequía que enfrenta el Valle de Toluca hizo que la celebración se viviera con aún más fervor, conscientes de los desafíos que les aguardan en la temporada venidera.
El Equinoccio de Primavera en Calixtlahuaca no solo es una celebración ritual, señalaron los asistentes, sino también un recordatorio de la importancia de preservar nuestras tradiciones y honrar el vínculo sagrado entre el ser humano y la naturaleza.