La primera vez que Nadia Esthela Padilla puso un pie en una base de bomberos, su corazón latió más acelerado que de costumbre. Tenía 13 años y observar a su madre ponerse el equipo la hizo decidirse: Se convertiría en bombera.
Hace 10 años, decidió sumarse como voluntaria a la Coordinación de Protección Civil y Bomberos de Metepec, ahí su esposo trabaja de tiempo completo como tragahumo. Su camino salvando a otros, comenzó.
Sin dejar sus actividades personales de lado, Nadia llega a la estación de Bomberos de Metepec en donde es voluntaria, se desconecta de la esposa, madre e hija y conecta con la rescatista, con la que puede manejar todas las emergencias.
Su entrenamiento como bombera y su aprendizaje como Psicóloga le ha permitido mantener la cabeza fría y las manos ágiles, como también cuidar a los que cuidan.
“En estos años he visto muchas cosas, desde situaciones lindas, padres, como rescate de animales, también cosas no tan lindas como rescatar a la gente, volcaduras de camiones, de carros, incendios, pues una serie de situaciones de emergencia que a nadie le gustaría vivir en ese momento”.
Aunque salvar vidas es su misión base, también le ha tocado rescatar cuerpos, cada uno de ello le deja una marca, una promesa de que cuantas veces esté en sus manos, llegará a tiempo, trabajará más rápido, más preciso.
“La primera experiencia que tuve justamente como parte del área operativa fue en mi primer día y ese día tuve que asistir a una volcadura, era un volcadura con incendio, era una camioneta, tenía una persona atrapada, la persona falleció ahí dentro y fue una situación que me impactó demasiado, era la primera vez que yo venía a cubrir y pues, sí me ha dejado con ese impacto, pero siempre voy con la mentalidad d tratar de ayudar”.
Para Nadia, romper estereotipos de género no fue difícil, lo aprendió de su madre, así que cuando llega a la estación, sabe que es una de apenas dos mujeres rescatistas que dedican su tiempo y habilidades a atender las emergencias en el municipio alfarero.
Ataviada con el equipo de protección se encomienda pues sabe que la convierte en parte de una familia y lo comparte con su esposo, bombero profesional, y su hijo, quien también es voluntario.
“Este trabajo siempre ha tenido una serie de prejuicios respecto al área masculina y femenina, cuál es el lugar de cada quien; sin embargo, a mí me ha movido mucho esta situación porque creo que tenemos la fuerza, la capacidad, tenemos la astucia , la tenacidad de poder hacer lo mismo que los hombres entonces, pues a mí me gustaría invitar a todas las mujeres, chicas, niñas, no sé, que tengan una, que se atrevan, que tengan una idea de lo que esto es y que pongan a prueba sus capacidades”.
Tragahumo, rescatista, salvadora, mujer y bombera, Nadia Esthela Padilla tiene en el casco su nombre, su corazón y fuerza, así lo ha demostrado durante una década y, asegura, lo hará mientras el cuerpo aguante.